lunes, 23 de marzo de 2009

Libros de música: un género marginado

El mercado local del libro es muy pequeño. Por lo tanto, las taras que padecen los editores, generalmente condicionados por los señeros designios de los departamentos contables –que son los que deciden, aunque a los editores no les guste admitirlo–, se magnifican cuando encuentran eco en las muchas personas que forman parte del circuito del libro. Un caso emblemático es, en la actualidad, la curiosa identificación que se hace de la palabra “literatura” con la narrativa. Se excluye de ese modo a la poesía, a la literatura dramática y al ensayo que, según este esquema, tendrían sus propios foros y, por lo tanto, no deberían mezclarse en pie de igualdad con las novelas. Pero la discriminación va todavía más allá porque, precisamente, las novelas parecerían ser la única forma posible de la narrativa ya que, desde hace por lo menos un par de décadas, existe la superstición de que los cuentos no venden. En la Argentina, un país de cuentistas (cfr Borges, Cortázar, etc.), esto asume proporciones grotescas, sobre todo cuando una novela argentina suele vender apenas de 400 a 600 ejemplares, menos incluso que un buen libro de poesía. La superstición está instalada y se actúa en consecuencia.

Las cosas pueden ser peores, dado que, aun en los géneros frecuentemente marginados, se plantean otras posibilidades de marginación. La categoría ensayo, por caso, se suele presentar como exclusiva de los estudios culturales, de la historia política y social, de la literatura y de otras disciplinas, pero raramente de la música. Los libreros, a los ensayos sobre música, los ubican en los más recónditos anaqueles de sus librerías, junto con las biografías de músicos y los cancioneros que, como los editores locales acostumbran decir, al igual que las entrevistas y las correspondencias, no le importan a nadie. Y como para recordarlo, sin que medie criterio de colección alguno, de tanto en tanto alguna editorial publica un título aislado referido a la música que, sin contexto que lo sostenga, sirve para hacer que la autoprofecía se cumpla.

No es así como funcionan las cosas en el mundo de la edición anglosajona, francesa o alemana, donde existe y sobrevive Da Capo Press, una gran editorial dedicada a publicar exclusivamente libros sobre música. Y también hay lugar para esa literatura específica en Penguin, en Oxford University Press, en Gallimard, en P.O.L. y en Folio, cuyos catálogos además de los más diversos temas, no excluyen el ensayo musical. Como descargo, podrá decirse que en muchas universidades de los Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y tantos otros lugares existe la tradición de hacerse cargo de lo producido en las carreras que allí se dictan y que, para esas casas de estudios, Musicología no es una excepción. En cambio, Eudeba, editorial de la Universidad de Buenos Aires, no tiene esa necesidad, ya que Musicología es hoy apenas una ínfima especialización en la carrera de Artes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Luego, cerrada la carrera de Musicología en la UCA, sólo puede cursarse una reciente Etnomusicología en el Conservatorio Manuel de Falla y, prácticamente, nada más.

Pero suponiendo que efectivamente hubiera alguna producción ensayística local alrededor de la música, basta con volver a consultar ese lugar ínfimo que los suplementos literarios les asignan a los libros de música y esos breves estantes que los libreros les reservan para tener una idea más clara de cómo están las cosas. Con suerte, el lector encontrará alguna referencia a las consabidas ediciones sobre el tango y su historia, que desde hace décadas y con diversos resultados viene desgranando la Editorial Corregidor. También, alguna que otra edición lujosa sobre el mismo asunto, a cargo del infatuado Horacio Ferrer. Random House/Mondadori alterna biografías de Bob Dylan o Chet Baker con malos libros sobre rock nacional, pobremente escritos y peor documentados, que existen sólo en razón de alguna coyuntura. En cuanto a las obras de referencia, allí están el Diccionario de la música de Eric Blom y la Historia de la música de Pola Suárez Urtubey, ambos de Claridad. También las enciclopedias de la española Akal –sus precios ridículamente altos las vuelven inalcanzables– y títulos de naturaleza histórica y biográfica de las más variadas editoriales y calidad desigual: por ejemplo, en un extremo, las pomposas biografías de músicos clásicos que publica la Editorial Javier Vergara y en el otro, los varios y muy buenos volúmenes sobre el tema del sello Adriana Hidalgo Editora, o las investigaciones de Sergio Pujol sobre música popular argentina, de Emecé. En cuanto a los ensayos, salvo el remanente de la serie Alianza Música –a precios exorbitantes– y algunos libros sobre jazz y otros géneros populares publicados por el Fondo de Cultura Económica, sólo pueden mencionarse sendos volúmenes de Esteban Buch –de Interzona y nuevamente de Adriana Hidalgo–, así como varios títulos de Diego Fischerman y uno de Federico Monjeau, publicados por Paidós cuando todavía era una editorial y no un sello del grupo Planeta.

Sin embargo, a lo largo de 2006, 2007 y 2008, algunas editoriales españolas comenzaron a desembarcar entre nosotros, llenando el vacío existente con excelentes textos sobre música y músicos, generalmente procedentes de algunas de las más importantes casas estadounidenses. Se trata fundamentalmente de Global Rhythm y, en menor grado, de Alba y El Acantilado. Las tres tienen sede en Barcelona y ya se distribuyen en la mayoría de las librerías argentinas, con precios que tienden a ahuyentar al comprador. No obstante, si se supera ese obstáculo, uno podrá darse por satisfecho no sólo por la frecuente tapa dura y la cuidada edición sino, más que nada, por el excelente contenido.

Alba, creada en 1993, alterna títulos clásicos –entre otros autores, ha publicado a Goethe, Thomas Mann, Zola, Saint-Exupéry, Jane Austen, Edith Wharton, Pushkin y Chéjov– y estudios y ensayos sobre música. El Acantilado, en cambio, es la empresa que creó Jaume Vallcorba en 1999, dedicada a la literatura clásica y de los países del Este, pero también a una serie de textos sobre musicología, donde pueden encontrarse títulos como Poética musical, de Igor Stravinsky, o La música como discurso sonoro, de Nicolaus Harnoncourt, o La Novena de Beethoven. Historia política del himno europeo, de Esteban Buch, o Arnold Schönberg. Etica, estética, religión, de Jordi Pons, entre otros muchos volúmenes. Por su parte, Global Rhythm Press, fundada en 2001, es una editorial independiente que se inicia a partir de la venta y publicación en quioscos de varios catálogos musicales (entre otros, la reedición de títulos de jazz de Blue Note). Pero luego, a través de varias colecciones, comenzó una actividad editorial más constante con las series Biorritmos (biografías de músicos), PoliRitmos (biblioteca de ensayo político, musicológico, histórico y literario) y Memorias (memorias de grandes intérpretes y compositores). Atendiendo a lo que hasta ahora llegó a nuestro país, los privilegiados por Global Rhythm son el rock –y sus inmediaciones– y el jazz, aunque Conversaciones con Glenn Gould, de Jonathan Crott, abre también el juego hacia la música de tradición escrita. Así, ahí está el primer volumen de las indispensables Crónicas, de Bob Dylan, al que recientemente se sumó, del mismo autor, la miscelánea de textos conocida como Tarántula –en su momento publicada en la Argentina y hoy agotada– y las ediciones futuras de las Letras, el Album 1956-1966 y Dylan sobre Dylan. 31 entrevistas memorables, de Jonathan Cott, que todavía no llegaron a nuestras librerías. También cabe mencionar Clapton. Una biografía, un muy crudo testimonio del que acaso sea el guitarrista eléctrico más popular del rock. Mención aparte merece Blancas bicicletas, una excelente mezcla de estudio cultural y manual sobre la producción musical, que firma Joe Boyd, mítico productor del primer Pink Floyd, pero también el descubridor de la Incredible String Band, Fairport Convention y Nick Drake. También debe destacarse el estudio Vida y milagro de Sgt. Pepper. Un disco para una época, de Clinton Heylin. La serie de rock se completa con un libro sobre The Clash, otro sobre Johnny Cash, un tercero sobre James Brown, una buena biografía de Ray Charles, los dos tomos de Ultimo tren a Memphis. Elvis, la construcción del mito, de Peter Guralnik, y Tom Waits. Conversaciones, entrevistas y opiniones, de Mac Montandon. En un terreno afín, queda Hippie, volumen monumental y profusamente ilustrado, de Barry Miles, el biógrafo de Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Frank Zappa, además de co-autor con Paul McCartney de Hace muchos años, excelente autobiografía del ex beatle que publicó Emecé y que Planeta, sin ningún criterio de catálogo, saldó inoportunamente.

Pero es en el terreno del jazz donde se encuentran las mayores novedades. Alba publicó Bird. El triunfo de Charlie Parker, de Gary Giddins, y Monk, la clara y sintética biografía que el pianista y musicólogo francés Laurent de Wilde le dedicó a Thelonious Monk. Capítulo aparte corresponde a A Love Supreme y John Coltrane. La historia de un álbum emblemático y Miles Davis y Kind of Blue. La creación de una obra maestra, ambos de Ashley Kahn. Se trata de las “biografías” de discos considerados claves en la historia del género. También al mismo autor –pero en este caso en Global Rhythm– pertenece Impulse. El sello que Coltrane impulsó, un minucioso estudio sobre los orígenes, desarrollo y evolución de uno de los más importantes sellos discográficos dedicados al jazz. En los tres casos, el estilo ameno permite que la información erudita alcance un público más amplio que el de los meros estudios musicológicos. Puede decirse otro tanto de la magnífica biografía de Miles Davis, realizada por el trompetista británico Ian Carr –también autor de una biografía de Keith Jarrett, todavía no traducida al castellano– y de Vida y música de Bill Evans, del también británico Peter Pettinger. Se trata de libros que incitan a la escucha y, por qué no, a la reflexión sobre la música, que aunque parezca mentira, es mucho más que un mero tema de conversación. Entonces, supersticiones del mercado al margen, ¿qué más se les puede pedir a los libros? (Fuente: Perfil)

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