viernes, 4 de septiembre de 2009

Gabo Ferro y John Cage

No ha pasado un mes desde la muerte de Merce Cunningham y su célebre trabajo en colaboración con John Cage vuelve a ser visitado: el CETC (Centro de Experimentación del Teatro Colón) estrena el drama en danza Cuatro paredes, de 1944, en una arriesgada puesta con coreografía y dirección general de Carlos Trunsky, más la presencia del cantautor rockero Gabo Ferro en el elenco. Además, las tres funciones (desde hoy y hasta el domingo) no serán en el informal sótano de la gran sala lírica, sino en el Teatro del Globo, alquilado para escapar de “la ineludible intemperie sin fin” como sugería el poeta Juanele Ortiz, amigo a la distancia del también poeta Cage.

El origen de montar esta obra fue de Haydée Schvartz, una de las pocas pianistas argentinas que suele interpretar con solvencia artística el repertorio clásico contemporáneo y ha sido una habitué del CETC desde su fundación. De hecho, tocó Cuatro paredes numerosas veces aquí y en el exterior, incluyendo una grabación en el sello Mode de una versión muy elogiada, con el rockero Jack Bruce en el corto interludio vocal. En 2006 le propuso a Trunsky hacer juntos una versión completa. “Me trajo la partitura y el CD –recuerda el director– y decidí contar una historia virgen, sin ningún tipo de investigación ni búsqueda de lo que hicieron Cage y Cunningham. Luego conocí a Gabo y me enamoré de su voz; enseguida supe que debía ser el intérprete.”

De esta manera, la versión se presenta como un cuento coreográfico, sin relación argumental con la original, con un subtítulo (“La niña del enfermero”) que refiere a los nuevos personajes creados por la dramaturgia y dirección de Trunsky, mientras que la música de Cage y el texto en inglés de Cunningham se mantienen intactos. Gabo aporta su voz a capella y tiene presencia actoral durante toda la escena

CADA UNO POR SU LADO. Cage siempre pregonó, a partir de su adscripción a la estética de la independencia, que no había que subordinar ni hacer depender a ningún lenguaje de otro. Cada uno podría desarrollarse independientemente y mezclarse en escena con la sorpresa de la primera vez. Cunningham, a su vez, después de convencerse mediante los primeros solos que combinaron, de las virtudes anárquicas de las ideas cageanas, trasladó dicha disociación creativa a la danza moderna, incorporando también las ideas de azar e indeterminación, que incluyeron a los elementos escénicos y a los tratamientos espaciales, revolucionando juntos el panorama artístico del siglo XX, justo cuando la guerra mundial llegaba a su fin y daba comienzo una nueva era, sin tiranías ni jerarquías impuestas.

A diferencia de lo que se conoce mayormente de Cage, su Four Walls es una música melancólica, emocional y bella, con acordes simples, repeticiones, ostinatos, irrupciones agresivas y silencios, tan sólo con las siete notas más populares del alfabeto musical en una estructura neorromántica. Este carácter programático y dependiente culminó con la no reiteración de funciones de la versión original de la pieza, luego del estreno del 22 de agosto de 1944. La revolución estética promovida por la dupla volvía arcaica a la dramática pieza de los comienzos.

Según cuenta Schvartz: “Esta obra fue rechazada por él mismo y después de su estreno la sacó del catálogo porque la consideraba fuera de su estética. Hasta que la pianista Margaret Leng Tang, 33 años después, la rescató y la grabó. Recién entonces, Cage la aceptó.”

Trunsky agrega que “la contemporaneidad de esta puesta no pasa por el movimiento, sino por el sentido. Recurro a elementos antiguos, aquellos que Cunningham rechazó: la teatralidad y el expresionismo alemán, con el que estoy ligado. Seguramente ellos no estarían de acuerdo con esta versión. Mi experimentación está en conseguir el mejor equilibrio entre la forma y el contenido. Me voy lo más atrás posible para hablar de la contemporaneidad. No busco la novedad o la suma de elementos raros, seguramente la experimentación está escondida en el lugar menos pensado.”

Quizás el riesgo, hoy, para Trunsky, Schvartz y Gabo no esté puesto en la reunión azarosa de sus lenguajes y voluntades artísticas, sino en la coincidencia de lo que juntos quieren decir, tomando a la pieza musical libre de su historia dramática, pero con elementos que invitan a relacionar tanto a los autores cuanto a sus intérpretes.

Un estreno fuera del Teatro Colón

Por un lado, Carlos Trunsky cuenta que la primera vez que escuchó la obra entró “en un cosmos muy particular, alucinante, extrañísimo.” Por otra parte, tanto él como Gabo opinan sobre lo que significa estrenar Four Walls fuera de las cuatro paredes del Colón.

Trunsky: –Es tremendo, devastador, sumamente angustiante. Me preocupa mucho la cultura, la educación y la salud de la ciudad, y si hago esta progresión en relación con el teatro, tiemblo.

Gabo: –Esta versión se ajusta a la Buenos Aires de 2009 y lo que pasa en el Colón. Algo sucede ahí que tampoco puede ser contado. Hay algo sublime dentro de esas paredes, algo que aterra dentro de esa belleza, pero no hay nadie que nos lo cuente. (Fuente: Diario Crítica de la Argentina)

No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...