lunes, 10 de noviembre de 2008

Homenaje a Karlheinz Stockhausen

Resulta difícil acostumbrarse a la constatación de que una música tan actual y cercana como la de Karlheinz Stockhausen pueda ser objeto de un homenaje. Aun así, fue enteramente justo que la XII edición del Ciclo de Música Contemporánea del Teatro San Martín iniciara su temporada con un homenaje al compositor, muerto hace casi un año, representado aquí con obras de épocas muy distintas.Abrió el programa la Klavierstück X , escrita hacia 1954 y revisada en 1961. Klaus Steffes-Hollënder tocó la pieza de memoria y con los guantes de lana (más bien mitones, con los dedos al desnudo) prescriptos por la partitura para la ejecución de los glissandi con facilidad y rapidez. Stockhausen solía referirse a sus piezas para piano en términos de "dibujos", pero sería desacertado entender que la definición implica el carácter inacabado del bosquejo. La Klavierstück X es una obra que explota los extremos; entre el orden y el desorden, dinámicos entre el pianissimo y el fortísimo, y asimismo entre la ligereza y la densidad de los clusters , con amplias zonas de silencios que se oyen como estaciones de reverberación del sonido. Con sutileza y violencia, el pianista desnudó magistralmente estas oposiciones, y entregó además una versión histriónica, en la que su cuerpo acompañaba significativamente los silencios con una gestualidad congelada, como de estatua viviente.

Menos inocente

Los títulos de Helmut Lachenmann son menos inocentes, o en todo caso menos objetivos, que los de Stockhausen. Trí o fluido (1966-1967), para clarinete, viola y percusión, trabaja menos con un discurso continuo o contrapuntístico que con episódicos relevamientos instrumentales, casi sin recurrir a sus habituales técnicas extendidas en una especie de una morosa carrera de postas. Fue notable el contraste y la complementación de la obra de Lachenmann con la tardía 7. Stunde aus Klang: Balance , de Stockhausen, también un trío, pero esta vez para flauta, corno inglés y clarinete bajo. No hubo intermitencias en esta pieza que parece construida alrededor de un motivo obsesivo que es expuesto agresivamente por el clarinete bajo y reaparece rotativamente en la flauta y en el corno inglés. En ambos casos, las interpretaciones de los miembros del Ensemble Recherche mostraron un intenso dramatismo. En el comienzo de la segunda parte del concierto, Martín Bauer, director del ciclo, recordó la reciente desaparición de Mauricio Kagel y anunció, en una duplicación del homenaje, que fuera de programa se tocaría MM51 , breve pieza de 1983 que el compositor argentino creo para su cortometraje en torno al Nosferatu , de F. W. Murnau. La obra está indicada para piano y metrónomo, pero habría que decir que es también para voz, dada la importancia que adquieren las risas del instrumentista, destinadas a imitar las carcajadas maléficas de los villanos de película. La ejecución fue otra muestra de la pericia de Steffes-Holländer, que manejó con las manos el teclado; con el pie, a distancia, el metrónomo, y con la voz, la parodia.(Fuente: La Nación)



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